lunes, 19 de octubre de 2015

MALDITA ENFERMEDAD




Llevo días pensando en este post. No me está siendo fácil escribirlo, ni titularlo ni siquiera ilustrarlo.

Creo que a todos, de una forma u otra la "maldita enfermedad" nos ha tocado de cerca, un familiar, un amigo, a nosotros mismos... no es posible que nos deje indiferentes.

Mi primer cara a cara con ella fue siendo una adolescente. No quería ni escuchar hablar de esa palabra pero lo tuve que hacer. Aún recuerdo el día que mi madre me confirmó que los tumores que padecía mi Abuela eran eso, la "maldita enfermedad".

La lucha de mi Abuela fue larga, no por ello menos dolorosa, esta enfermedad tiene eso, es cruel y aunque quiero pensar que al final se hubiese marchado por ley de vida, lo cierto es que fue la "maldita enfermedad" la que se la llevó, haciéndole sufrir sin piedad alguna.

Después vinieron muchos más casos, amigos de mis padres que para mí son familia, compañeros de trabajo y por último mi Suegra (ojalá fuera nuestro "por último")

Mi marido sí ha sufrido a la "maldita y puñetera enfermedad" como pocos. Se llevó a su padre cuando estaba en lo mejor de la vida y él era un niño, personas muy especiales para él han peleado contra ella con mejor o peor suerte y cuando después de muchas sospechas nos confirmaron que el bulto que había aparecido bajo el pecho derecho de su madre era eso la "maldita, puñetera y asquerosa enfermedad", de verdad entendí cuál devastadora puede llegar a ser en la vida de uno.

Meses de quimio, sufrimiento extremo, mastectomía y muchísimos momentos de querer tirar la toalla, radio, rehabilitación y aún seguir viviendo con el miedo de que puede esperarte ahí agazapada en cualquier momento.

Pero ahora lo que cuenta es que, de momento, hemos ganado una cuantas batallas a la "maldita, puñetera, asquerosa y repugnante enfermedad" y que si El Jefe quiere, que se que no nos dejará, ganará, ganaremos y ganarán la guerra.

Hace unos días una buena amiga me comunicó que su amiga del alma de la universidad, recién cumplidos los 40 también había descubierto el temido bulto. El diagnóstico no pudo ser peor.

Ya no son personas de edad avanzada, son personas de mi edad, personas que se encuentran en la misma etapa de su vida que nosotros, con niños pequeños, con toda la vida por delante, con mucho por ver y por vivir, con mucho amor que dar a sus familias, con mucha responsabilidad con sus hijos.

Pero la "maldita, puñetera, repugnante y cruel enfermedad" no distingue de etapas, ni de momentos de responsabilidad ni de necesidades del corazón.

Si algo he aprendido de todas esas mujeres (hoy hablo en femenino porque es un día para pensar en ellas pero el sentimiento es para todos) es que su coraje y su valentía puede hacer frente a la "maldita, puñetera, repugnante, cruel y cobarde enfermedad".

Por todas vosotras, por todas ellas,

Desaparece y no vuelvas más, CÁNCER.

YO NO RENUNCIO

YO NO RENUNCIO A VER CRECER A MIS HIJAS


http://change.org/norenuncio




miércoles, 7 de octubre de 2015

PREGUNTAS NO PERTINENTES

En estos días he leído un artículo que se ha hecho viral en redes sociales en el que una periodista norteamericana habla de esas preguntas que, bien o mal intencionadas por parte de quien las formula, pueden molestarnos incluso llegar a herirnos.

Se refería a las eternas preguntas sobre vida en pareja, matrimonio y llegada de descendencia a la familia.

Cuántos de nosotros no habremos empezado, a cierta edad con el rosario de preguntas típicas, tópicas y en gran medida desagradables. 

Empezamos con la preocupación que genera acercarse a la treintena y no tener novio formal, luego cuando el novio llega tocan las preguntas sobre la boda, y después de la boda las temidas cuestiones sobre la descendencia, sin tener en cuenta si uno quiere, no quiere y sobre todo si puede o no puede, ignorando que pueden generar desazón en la persona interrogada.

Pero mi "favorita" es la que últimamente me hacen algunas personas, paradógicamente la mayoría ni siquiera me conocen lo suficiente como para cuestionarme ciertos asuntos tan personales, y es la de ¿Ya no tendrás más, verdad?





Cuando llegó Macarena, incluso durante su embarazo, os prometo que alucinaba con algunos comentarios como este, sobre todo porque vamos a ver, era mi tercera hija, no mi vigésima, y aunque así fuera, a ellos qué narices les importa?

Me entra tal mala leche (hablando en plata) que, tan sólo por demostrar que tengo más educación que ellos, les contesto siempre que ya iremos viendo, cuando en realidad sólo deseo responderles que a ellos qué narices les importa.
¿Acaso tienen derecho a inmiscuirse en las decisiones que mi marido y yo tomemos como pareja? ¿Acaso ellos financian los gastos de mis hijos? ¿A caso ellos tienen responsabilidad alguna en educarlos?¿Acaso son sus hijos?

Luego está la mítica pregunta que te hacen cuando les dices que eres madre de familia numerosa. ¿Tienes tantos hijos por motivos religiosos? ¿Perdón? ¿Hay alguien ahí? 

Afortunadamente vivo en un entorno en el que ser familia numerosa es lo normal, os pongo como ejemplo que en nuestra urbanización somos 72 vecinos y hay cerca de 300 niños, cifras significativas y en la que la mayoría tienen 3 o más hijos bien por convicciones, porque les chiflan los niños, o simplemente porque quieren, porque pueden y porque les da la gana y porque hasta día de hoy (ya veremos lo que dura) seguimos siendo un país libre.

Y pienso que si yo tengo que escuchar esta cantidad de tonterías, mis amigas con familias súper numerosas (que tengo unas cuantas) ¿Qué no tendrán que soportar?

"Mi libertad acaba donde empieza la de los demás" (Jean Paul Sartre)

¡Feliz Semana Mamágicas!



jueves, 1 de octubre de 2015

EL FIN DE SUPERWOMAN


Anoche, mientras ojeaba mi cuenta de Instagram, me topé con una foto de mi "idolatrada" Laura, de El Club de las Malas Madres, que ilustraba un encuentro que había tenido ese día en Sevilla con algunas otras "Malas Madres" y en el que había surgido un tema francamente interesante, el posible final de "Superwoman".

Somos una generación complicada, sin duda alguna. Aunque se que con esta afirmación me repito, somos, sin duda, la generación engañada.

Se nos educó para ser triunfadoras a nivel laboral, se nos inculcó ambición, espíritu de lucha y obsesión por lograr una igualdad social y profesional que, siendo realistas, jamás vamos a conseguir. Pero de lo que se olvidaron fue de contarnos que, seguramente, la mayoría formaríamos una familia, seríamos madres y todo se iría al traste.

En los últimos 30 años emergió la figura de la Súper Mujer, obviamente de súper tenía poco, todo su mérito (que era infinito) se cimentaba en hacer malabares para llegar a todo, llegar bien, con buena cara y además disfrazado bajo la etiqueta de Mujer Realizada.




Señores, seamos serios, ni llegábamos a todo, ni lo hacíamos bien y mucho menos estábamos realizadas, más bien con un alto nivel de frustración y un ínfimo nivel de autoestima.

Afortunadamente el Mito de  Súper Woman pierde enteros, cada día lo tengo más claro. 

Empezamos a ser una generación de mujeres que se sienten igualmente realizadas pasando tiempo con sus hijos, grandes profesionales, sobradamente preparadas, en puestos mediocres a los que se nos ha relegado por querer conciliar, mujeres maravillosamente imperfectas.

Admiro profundamente a esas mujeres que se han dado cuenta de que sus ambiciones no pasan por un despacho propio sino por un beso en la puerta del cole, que han realizado sus sueños jugando al parchís o haciendo deberes cada tarde en vez de estar en absurdas reuniones, esas madres a las que se les quema el bizcocho y se ríen, que limpian moquetes y cambian pañales con la misma eficiencia que cuadran balances y que además son las personas más productivas y brillantes de sus dos empresas, la que les tiene en nómina y la que no.

Por ellas, por las que su objetivo principal pasa por hacer mucho más agradable la vida a los que les rodean y por fortalecer los cimientos de los más grandes proyectos a los que podemos aspirar, nuestras familias.

BYE, BYE, SUPERWOMAN