lunes, 19 de enero de 2015

GIVENCHY


Una de las miles de cosas que he de agradecer a mi madre es haber heredado de ella el gusto por apreciar la alta costura, y no me refiero únicamente a las grandes "Maisons" parisinas, sino a la costura de siempre, la de aquellas modistas y talleres artesanales que hace años ya vestían a nuestras abuelas.

Mi madre cose maravillosamente, aprendió siendo una niña, era parte básica de su educación en aquellos tiempos y no sólo cose, también borda y hace todo tipo de labores con un gusto exquisito.

Cuando yo era pequeña hacía todos mis vestidos, con una gracia y un estilo ahora casi extinguido, pero sobre todo con una perfección en su confección digna de un maestro.

Recuerdo esas tardes haciendo los deberes mientras ella cosía mis vestidos, puntadas perfectas, reveses impecables, trabajo de pura artesanía, rozando ya la manía por la perfección.
Me apasionaba ver los figurines que traían de Paris, con esos vestidos de fiesta espectaculares y esos trajes sastre impolutos. Ahí comenzó mi admiración profunda  por los GRANDES, Balenciaga, Dior,  Balmain, Pertegaz y Givenchy.



Desde el pasado mes de Octubre, en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid, se expone de forma temporal la primera gran retrospectiva del gran modisto francés Hubert de Givenchy, ni que deciros que desde el mismo día de su inauguración moría de ganas por ir a verla, pero hasta el último día, casi "in extremis", no lo conseguí.

Qué deciros, que la espera mereció mucho, muchísimo, la pena.

Givenchy es por derecho uno de los grandes, de los pocos que fueron tocados con esa varita mágica de la que pocos pueden presumir. A punto de cumplir 88 años ha supervisado de forma personal, durante días, el montaje de la muestra.
Su forma de ver a la mujer, elegante, frágil pero a su vez poderosa, sólo puede nacer del talento de un auténtico genio.
La retrospectiva es maravillosa, decenas de modelos de distintas épocas, desde la sobriedad y la feminidad de los años cincuenta a los excesos barrocos de finales de los ochenta.



Blusa Bettina, el primer éxito de Givenchy con falda de lino natural. Me lo hubiese llevado puesto!

Modelos cedidos por clientas ilustres, museos y hasta de la propia Maison Givenchy, trajes de cóctel, de fiesta, de paseo, de novia incluso de luto, piezas icónicas del cine, como el maravilloso de vestido que lucía Audrey Hepburn en el inicio Desayuno con Diamantes.


Vestido y chaqueta de cóctel en encaje negro para Audrey Hepburn 1957

Para mi gusto y por poner algún pero, eché de menos más piezas de la época dorada de la costura, vestidos que ayudaron a hacer de señoras como Audrey, de Jackie Kennedy o Grace Kelly verdaderos iconos de moda de la época, lo que hoy llamaríamos “It Girls”. Por el contra quizás hay un exceso de modelos de su última época, que realmente son obras de arte por sus bordados y su riqueza en materiales pero que no hacen más que confirmarnos el daño que las tendencias ochenteras hicieron al mundo de la moda.



Vestido fiesta en tafeta bordado en cristal. 1986
El exceso de ornamentos


 Vestido organza azul noche, otro que me hubiese llevado puesto! Es perfecto!

Vestido novia 1972. Es absolutamente adorable

Una preciosa exposición, exquisitamente mezclada con obras de arte sublimes de distintas épocas y corrientes pictóricas, e ilustrada con una mini proyección, preciosa por cierto, de la vida y trayectoria de Monsieur Givenchy.





Un auténtico placer para los sentidos.

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