Ese día no traía merienda, no había bocata, ese día era el mejor día de mi semana, y no es que el resto de las tardes no estuviésemos juntas, pero las tardes de los viernes eran los tardes de Planes con Mamá.
Nuestro apasionante plan consistía en merendar fuera, creo que por eso adoro el olor de las tostadas "gorditas" de cafetería y hacer algún recadito, alguna compra o incluso ir a buscar a Papá a su oficina. Pero sin duda, mi verdadero planazo era estar con Mamá, en exclusiva, toda una tarde de viernes.
No tendré tiempo en mi vida para agradecer el tener a mi madre conmigo cada tarde, momentos en los que se mezclaban deberes y costura con Barrio Sésamo y el sonido de la radio como compañeros, cosas tan sencillas que nos llenaban a ambas de felicidad.
Mamá era, es y seguramente seguirá siendo mi puerto, mi refugio, allí donde encuentro todo lo que necesito, el consejo preciso o simplemente el hombro sobre el que llorar. Mi Pepito Grillo, mi azote (nunca con maldad), mi mayor fan, la experta diplomática y la mejor abuela que nadie pueda imaginar.
Yo lo intento, me esfuerzo mucho y no siempre es un camino de rosas pero espero poder estar a su altura algún día y pese a que nosotros no siempre somos hijos ejemplares ni lo que ellos esperaron un día, nos dieron la oportunidad de elegir nuestro camino e incluso de equivocarnos pero siempre estando preparadas para levantarnos, curarnos y dejarnos volar de nuevo.
Felices "todos los días" MAMÁ.
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