jueves, 28 de enero de 2016

ACOSADOS



Creo no equivocarme si afirmo que la carta de despedida de Diego, el niño que se quitó la vida hace unos meses, publicada en el diario El Mundo, nos dejó a todos sin aliento, sobre todo a los que tenemos niños en edad escolar.

Yo no dejaba de pensar en todo lo que tenía que haber pasado esa criatura para tomar una decisión de tal magnitud con tan sólo 11 años, con un entorno, social, familiar y emocional aparentemente adecuado.

Me diréis que estas cosas han existido siempre, el acoso, el "bulling", como queráis llamarlo y sí, seguramente siempre haya estado ahí pero las dimensiones que está alcanzando en los últimos tiempos son para preocuparnos realmente.

Y digo preocuparnos porque es muy fácil culpar a los profesores, colegios, al mismo sistema, no exentos de culpa pero los verdaderos culpables somos los responsables de la educación de nuestros hijos, sus padres, no le demos más vueltas.

Estamos criando una generación de niños competitivos y caprichosos a los que les hemos hecho creer que tienen derecho a todo y que han de conseguir la cosas a cualquier precio, pese a quien pese, que tienen que aprender de todo (y en el fondo no saber de nada) y nos hemos olvidado de inculcarles lo más importante para formarlos como personas, el respeto, el esfuerzo, la solidaridad con el que más cerca tienen.

Ayer me contaba una amiga que a su hija de 9 años, al igual que a muchos de sus compañeros, les quitan constantemente los bolígrafos (unos muy determinados) del estuche y la merienda que llevan al recreo, y pensaréis, bueno es sólo un boli o unas galletas pero en realidad es el hecho de no tener respeto por los demás y disculparlo es darles a entender que pueden hacer lo que sea por conseguir lo que quieren a cualquier precio, atribuirles ciertos derechos que no son tales.

Ciertamente las leyes y el sistema no ayudan mucho. Por desgracia supe de un caso de acoso extremo en una familia conocida. El centro educativo alegaba que las leyes de su Comunidad Autónoma obligaban a que el agresor permaneciera en el centro, sin poder expulsarlo y siempre y cuando no hubiese testigos de las agresiones la Consejería de Educación no emprendería ninguna acción al respecto. 

Pese a todas las trabas legales y burocráticas, sigo pensando que todo empieza por nuestro trabajo en casa, por transmitirles esos valores fundamentales que, afortunadamente, nos inculcaron a nosotros.

Eduquemos a nuestros pequeños en el respeto, la tolerancia y el esfuerzo y tendremos personas buenas, fuertes y felices que a su vez harán felices a los que les rodean.

@mamágicas

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