Desde hace unos años mi vida no tiene orden ni concierto si
no es a través de mi agenda, que dada mi cada vez más insistente memoria de
pez, se ha convertido en mi salvación absoluta.
La descubrí años atrás, a través de una amiga también muy
fan y desde entonces no nos hemos separado, dependencia absoluta, “No
sin mi Moleskine”
Y como ese cuadernito de tapas negras, blanditas,
perfectamente organizado en su interior, ha cambiado mi vida, cada año, mi
Señor Esposo me la trae a casa antes de finalizar noviembre. Así que en breve
tendré a Moli 2015 conmigo para
empezar a planificar el año.
Pese a los fantásticos programas que tenemos en miles de
dispositivos electrónicos para recordarnos citas, para planificar e incluso
para convocar asistentes, yo sigo prefiriendo pasar hojitas y señalar con colorines, pegar
post-its y guardar mil papelitos dentro. Qué le vamos a hacer! En este caso,
como en muchos otros, la tecnología y yo tenemos ciertas discrepancias.
Moleskine es pura tradición, os podría contar mil historias
sobre sus agendas y cuadernos de notas, dibujos y viajes, ya que hay grandes
personajes que han sido fieles a la casa pero en mi caso ha pasado de ser mi
memoria laboral y personal a ser principalmente el organizador de planes y
actividades de mis hijas.
Es increíble cómo sus cumpleaños, fiestas, eventos escolares
y citas médicas han ido ganando terreno para conseguir “reinar” en mi pobre Moli, pero claro, si lo han conseguido
ya en todos los ámbitos de nuestras vidas, en este caso no iba a ser diferente.
¿No os parece increíble la cantidad de eventos que tienen a
tan corta edad? ¡Su vida social es realmente espectacular!
Mamágicas, poned una agenda en vuestra vida y vuestros hijos
la llenarán.
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