Acabo de terminar de etiquetar y forrar el enésimo libro
de este año, dando gracias porque no los tienen que llevar todos el primer día
y puedo repartir esta “gratificante” tarea en varios días.
No sé si es por el calor o porque el forro es malísimo,
pero no hay forma de que quede bien a la primera, así que llevo unas cuantas
noches robando tiempo a todo para que las Princesas lleven sus libros
impecables, tal y como los llevaba yo en mis tiempos.
Después de la vuelta al cole los padres deberíamos tener
unas cortas pero intensas vacaciones, preferiblemente en un balneario o en un
monasterio benedictino donde poner nuestra mente en blanco y olvidarnos del
estrés que nos suponen estos días.
Empecé a principios de Julio encargando libros y
uniformes y antes de irnos a la playa ya lo tenía todo en casita, a la vuelta
zapatos, calcetines, material escolar…etc. Pero no sé como pero al final me ha
pillado el toro. El lunes a última hora buscando un estuche como locas, con la
lengua fuera (y es que no vale cualquier estuche) y a día de hoy, tercer día
del curso, todavía tengo cosas por rematar.
Y como nunca dejo de darle vueltas a posibles ideas de
negocio, ¿Qué os parecería algo así como “Gestión integral de servicios de
vuelta a la realidad”? A algunos les facilitaría mucho la vida.
La verdad es que me quejo con la “boquita pequeña” porque
me encanta hacerlo, prepararlo todo con ellas y recordar que yo, a su edad,
tenía la misma ilusión por volver a ver a mis amigas.
La vuelta a la rutina se agradece bastante, sobre todo
porque mi Gordita de 3 meses empieza a disfrutar de Mamá para ella sola, aunque
sea a tiempo parcial, que ya le tocaba y yo vuelvo más o menos a mi actividad
habitual.
Ánimo “Mamágicas”,
un cafetín terapéutico con amigas puede también sustituir a esas recomendables
pero imposibles vacaciones post-vuelta al cole.
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